Cuando empecé a hacer Yoga, hace casi 30 años, me ofrecieron una semana gratis para probar. Recuerdo que fui todos los días. De lunes a jueves non-stop.
El lunes sentí que durante la clase trabajaba el cuerpo de manera integral y eso me gustó.
El jueves salí llorando como bebé. Emociones mezcladas sobre una felicidad rara y una especie de amor que no entendía y que no quería que se me quitara.
A la semana siguiente seguí. Y después una más. Y literalmente nunca más paré. Han pasado décadas y la historia de mi vida adulta se ha escrito con Asanas y Pranayamas.
Con mudras y mantras.
Con samadhis, sonrisas y lágrimas.
Tengo ganas de compartir contigo una semana.
De lunes a jueves.
Tal como yo la viví.
Clases teóricas y prácticas. Los fundamentos y la experiencia.